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martes, 27 de mayo de 2008

Secondo viaggio al Nord

Piazza San Marco con la famosa "acqua alta" en fondo el grupito de jazz

Piazza San Marco, il giorno del Corpus Cristi, con le bandiere in alto, quella dell'Europa, dell'Italia e di Venezia in fronte alla basilica.

Un gondolero y detras la ropa tendida en las ventanas, una práctica muy típica en Italia

vieiras en el mercado de Venecia

Piazza Brà con su Arena.

Sirmione

Bologna

Hace pocas horas que he vuelto de viaje, todavía me quedaba un cartucho en la recámara para salir y como el sur “apesta” en el sentido literal de la palabra, pues partimos de nuevo al norte de la península itálica, donde visitamos (Venecia, Padua, Verona, Sirmione, Módena, Maranello, Bologna y Ferrara) por orden de visita, y soggiornando siempre en Venecia.

En realidad el viaje fue previsto para permanecer seis días en la ciudad de los canales, pero visto que su encanto es limitado y sus precios exageradamente desorbitados decidimos de alquilar un coche y hacer unos cuantos quilómetros.

Cuando me refería a precios abultados son alrededor de 12€ por un caffè en la Piazza San Marco divididos en 6€ para el caffè y 6€ para un grupito de jazz que sonaba para tres bares diferentes que estaban muy juntitos; y como esto todos los demás sitios (excepto por el grupito de jazz), no te podías tomar ni siquiera una pizza tranquilo en una trattoria o en una pizzeria sin que te clavaran 25-30€, pero por lo demás bastante bien, la ciudad es encantadora y aquello que se viene a buscar, canales, gondoleros, inundaciones… lo da.

Padua, la basílica de San Antonio, gigantesca, abrumadora; Verona, un centro histórico bastante tranquilo, a los pies del Po, y con la casa de Romeo y Julieta, muy romántico; Sirmione, no es la primera vez que estoy pero a los pies del Lago di Garda se erige una potente fortificación muy bien conservada, sus calles empedradas, sus balcones llenos de flores, su encanto; Módena, nos paramos poco tiempo, solo a comprar el famoso aceto balsamico de Modena; Maranello, la Ferrari, sin comentarios; Bologna, no quería volver por nada del mundo, pero volvimos, una ciudad que si bien su arquitectura fa paura (de bonita que es) su estado de conservación por la cantidad de grafitis, carteles y pintadas varias, así como la suciedad que inunda las calles hace que pierda definitivamente el encanto la ciudad en la que se fundó la primera universidad del mundo; y finalmente Ferrara, que decir de una ciudad casi perfecta, arquitectónicamente maravillosa con su castillo en optimas condiciones (todavía se usó en la II Guerra Mundial, y resistió), sus callen adoquinadas, sus mercadillos y espectáculos en la calle, cuando llegamos estaban representado en teatro en la inmensa Piazza Maggiore La divina Comedia de Dante Alighieri, con escenas holográficas proyectadas en la fachada de la catedral, muy encantador.

Pero ahora me encuentro en Teramo, de vuelta a la tranquilidad, y después de girar me doy cuenta que lo placentero que es vivir en una ciudad pequeña, donde la gente te saluda y se para ha hablar, donde las conversaciones del ascensor no se limitan al tiempo, Teramo, mi mancavi.

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