La estresante vida de un Erasmus

Ya empiezo a acostumbrarme a esta estresante vida, si, estresante, que nadie se equivoque, ser Erasmus tiene sus ventajas y sus desventajas, las ventajas creo que nos son necesarias por el momento mencionarlas, pero las desventajas… para mí se acabo la vida 100% sedentaria, ahora tengo que cocinarme, lavar la ropa, lavar los platos, fregar el suelo, hacer la compra, he ir a clase en dos facultades distintas a una hora de distancia entre ambas. Poco divertida esta parte. También pocos son los días que, como hoy, puedo sentarme frente a mi ordenador tranquilamente y escribir con un teclado decente.

Hoy ha sido un buen día, pues he recibido definitivamente la tarjeta que me permite pasar las fotos de mi cámara y he aquí una de ellas, con las cumbres recién nevaditas, y con un frio de cojones.

En este pueblecito estudiar puede ser la mejor tarea que se pueda realizar, porque en la Creación Universal a alguien se le olvidó pintar un poco de fiesta en estas remotas montañas, aunque buenos somos los españoles, que si no hay fiesta la producimos.

Pero el frío que ha empezado a hacer al atardecer hiela nuestro afán creador de diversión una pena a la que habrá que acostumbrarse, unirnos a ella para luego vencerla en una explosión de música y neón.