El difícil mundo de "elegir"
Hace dos días tuve un pequeño incidente con las gafas de sol, que quedaron amputadas de una pata, y su reparación costosa en dos sentidos, el temporal y el económico, con lo que me planteé aquistare unas nuevas gafas, autoconvenciéndome que en Italia, piedra angular de la moda, sería mucho más fácil hacerme con unas. Craso error.
Mi giro por las ottiche comenzó hace dos días, pequeñas ópticas eran capaces de sacar hasta un centenar de gafas, sin exagerar, y como no las dependientas no ayudaban mucho, -Ma guarda come ti stanno bene! -decían las muy canallas, en realidad estos italianos solo saben vender, y les encanta.
El primer día nada, volví a casa y me tuve que tomar ibuprofeno para la jaqueca que me causaba tener que ver tantos pares, a todo esto fui solo, como el segundo día que me marché al centro comercial para ver “si encontraba más” parece irónico, pero así es. Me decido por unas muy all’italiana y convencido vuelvo a casa, me las pongo, me las quito, me las pongo, me las quito, me las pongo me las quito, y no, vamos, que ni en broma, pero por otro lado era cambiar un poco el estilo, y ya que estoy en Italia… que mejor momento –me dije a mi mismo - ¡Pero solo me quedan dos meses!
Al día siguiente (tercero ya) me agencio una segunda, tercera y cuarta opinión y me las llevo a la óptica, definitivamente, las cambio, pues eso no era ni mucho menos para mí, soy un poco más serio, o al menos debería aparentarlo.
Todos sabemos decidir para los demás, pero cuando es nuestro propio turno y tenemos que decidir algo que nos incumbe a nosotros mismos, sudamos.